Un campo de fútbol en donde desaparecen las diferencias

 
 

Alejandro Sarmiento, estudiante de ciclo VI, nos cuenta su experiencia jugando fútbol con los niños de la Fundación Tiempo de Juego en Altos de Cazucá. La Fundación busca hacer del deporte una estrategia incluyente, de convivencia y paz.

 
 
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Llegar y ver las sonrisas de sus bellas caras hizo que todo cambiara. Eran alrededor de las 3 de la tarde, pero ¿y qué sería lo que un jovencito Juan Manuel, una experimentada Catalina y un inocente Alejandro se llevarían ese día? Uno podría decir simplemente que se pasó un buen rato, pero eso sería mentir. Además de ese buen rato nos llevamos una gran enseñanza. Algo que solo puede aprenderse en el hacer, en el servir y en el compartir tiempo con el otro. Una experiencia que parecía incómoda al principio pero que poco a poco se tornó en una idea, una acción, un motivo, una reacción y un aprendizaje. No importó la larga distancia que recorrimos, ni las amargas y tristes diferencias que la sociedad impone sobre nosotros. Logramos convivir. Logramos entender la humanidad del otro. Entender que en todas las personas hay una esencia que las hace valiosas. Muchos se preguntarán en este momento cómo llegué a esta conclusión. Y yo les diré: vayan a Tiempo de Juego y compartan con los niños que les darán la bienvenida con los brazos abiertos. Encuentren un campo de fútbol que les permita dejar las diferencias y vivir la experiencia de un partido. Conozcan el huerto cuidado por las madres y la panadería que ellas atienden con el propósito de seguir apoyando a sus hijos. Encuentren también un grupo de niños interesados en el periodismo que tienen la ilusión de publicar los artículos que ellos escriben, llenos de la misma gracia y felicidad con la que viven los partidos de Tiempo de Juego. El resto de la experiencia lo vivirá cada quien a su manera, les aseguro que ese día llegará un nuevo aprendizaje a sus vidas: una vida ligada al servicio. Además de ayudar a otros, al escuchar y ser escuchados, se estarán dando ustedes mismos una ayuda estupenda.  ¿Hay acaso algo más lindo que servirse a sí mismo sirviendo a los demás?


Mariana Gaviria